En esos días de invierno, las
mañanas eran lluviosas y yo solía usar esos paraguas enormes que se usan de
bastón y solía ponérmelo en la espalda cual espada samurai, y no faltaba quien
me dijo Tortuga Ninja. Recuerdo que en mi grupo estudiaba Viviana Arana que por
cierta anécdota un compañero le dio el pseudónimo de “Sirena”:
…
Ella ingresó al salón de clases luego de correr bajo la lluvia y su falda larga
hasta el tobillo tomó la apariencia de aleta cual sirena de cuento de hadas…
Ella era parte de nuestro grupo
de artistas, que convocados por el sonido de la música nos reuníamos bajo la
sombra de los árboles de la facultad para entonar los temas que expresaban
nuestros pensamientos e ideas día a día. Con el tiempo ella perfeccionó su
técnica en el conservatorio hasta convertirse en la directora del coro de la
facultad, pero siempre que le pedía una melodía alegre, cantaba aquel tema de
cuyo nombre no puedo acordarme y sin embargo nos sacaba una sonrisa a todos los
que la escuchábamos, alegre, sincera, natural y excelente amiga.
Recuerdo también que en ese
entonces yo cantaba muy poco, solía tocar la guitarra y acompañarme con mis
silbidos o tarareando las viejas rolas; ella como buena estudiante de
conservatorio me enseñó las pautas básicas para poder liberar mi voz, para el
pesar de los que no les gusta escuchar mis temas…!
Ella me dijo: “Libera y levanta
la voz hasta donde te den los pulmones…!”
MC2
Muy bueno
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